miércoles, 6 de enero de 2010

SI LA ENSEÑANZA FUERA CON AMOR


El salón de clases es como una bolsa de dulces surtida, encontramos de todo, debido a que cada niño convive con sus respectivas familias y tiene distintos hábitos, costumbres, religión y formas de pensar. Todo esto influye en la conducta del niño, que muchas veces son conductas incorrectas, por ejemplo:

*No obedecen las reglas del salón
*Dicen malas palabras
*Molestan a sus compañeros
*Ponen apodos
*Roban objetos del salón o de sus compañeros
*Gritan
*No entregan tareas
*No avanzan en sus conocimientos, etc.

Estas son muestras claras de todo a lo que se enfrenta un docente en clases y tenemos que estar preparados para vencer estos obstáculos de nuestro quehacer diario.

Una estrategia que a mí me ha funcionado en los pocos años de experiencia que tengo, (5 años), es darles cariño a los alumnos mostrarles que son importantes para uno, que los queremos ver bien, que salgan adelante, darles confianza y escucharlos, algo que quizá no tienen en sus casas. Esto no quiere decir que vamos a dejar que hagan lo que quieran, hay que ser justos y si se portan mal reprenderlos pero con palabras para que se den cuenta de su error.

En diciembre me dieron cambio a otra escuela y en n la comunidad donde trabaje 1 año 9 meses los niños se despidieron de mi demostrándome su cariño con cartas en las que me decían que yo no los regañaba, le comente a mi papá (también maestro) que sí los regañaba, pero quizá ellos no lo tomaron así, siempre les hablé y lo aceptaron como consejos en lugar de regaño.

Y créanme que cuando llegue a esa escuela era un caos, me tope con niños como los que describí en la lista del principio y me despedí de niños maravillosos que siempre voy a recordar, porque quitamos esa barrera de alumno y autoridad y se volvió más humano como debe ser esta profesión.

“Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad”. (Karl A. Menninger)


Les dejo una reflexión con Mariano Osorio

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